Un´´ paracleto´´ o abogado.
La palabra que en el versículo que acabamos de citar se tradujo como ´´Consolador´´, corresponde al vocablo griego parakletos. Esta es la primera vez que se emplea esa palabra en la Biblia. Se la menciona cinco veces en el Nuevo Testamento; cuatro veces en el sermón de Jesús a sus discípulos (S. Juan 14:16, 26; 15:26; 16:17), y una vez en 1 Juan 2:1) , donde se la ha traducido ´´ abogado´´ y se refiere a Cristo: ´´Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado `(parakletos) tenemos ante el Padre, a Jesucristo el justo´´.
La palabra paracleto traducida por el término ´´consolador´´, arroja mucha luz que nos ayuda a comprender la posición y la obra del Espíritu Santo. ´´Os enviare otro Paracleto´´, dijo el Señor. ´´ Si alguno hubiere pecado, tenemos un paracleto ´´ dice el discípulo amado. ´´ El término paracleto está formado por dos palabras: Cleto, que quiere decir ´llamado´, y para que quiere decir ´ para estar junto a ´´. Significa, pues, ´alguien que está llamado para estar junto a otro´, o ´ alguien que está llamado para auxiliar a otro´. Más definidamente, el paracleto es alguien que es llamado para estar junto al Cleto (el llamado) con el propósito de ayudarlo.
´´Un hombre es llamado para presentarse ante una corte de justicia para responder a una acusación que se le ha hecho. Él es el Cleto, o ´´el llamado´´. Pero ignora la ley y se siente incapaz de ventilar con éxito su caso ante los jueces. Por eso se llama a otro para que lo ayude. No hay ninguna acusación contra el otro. Pero el conoce la ley y es capaz de llevar bien el caso; por lo tanto es ´´llamado para auxiliar´´ al primero. Él es el paracleto. En ese caso la palabra ´abogado´ corresponde, tanto en la etimología como en el significado, al término griego, y expresa la función que se espera del paracleto.
´´La palabra, pues, significa no solamente un auxiliar, sino alguien que es llamado o designado para ayudar a otro. El hombre no le pertenece mientras no se le haya designado para una determinada obra, y esta depende de las necesidades de aquellos en cuyo auxilio es llamado´´ (The Holy Spirit or Paraclete , págs. 6,7.
El Espíritu en la iglesia primitiva.
Sera interesante notar resumidamente algunos ejemplos que están registrados en el libro Hechos de los Apóstoles que indican claramente que su presencia presidio la iglesia primitiva. Después del Pentecostés, Ananías y su esposa Safira, miembros de la iglesia de Jerusalén, habiendo vendido una propiedad, se pusieron de acuerdo para retener en
beneficio una ´´parte del precio´´. Cuando llego Ananías para presentar su donación, San Pedro le dijo: ´´ Ananías, ¿por qué lleno Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses el precio de la heredad?´´ (Hechos 5:3). Y un poco más tarde, al entrar Safira, Pedro le dijo: ´´ ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor?´´ (vers. 9) La mentira fue hecha ´´al Espíritu Santo´´. Por detrás de la iglesia visible, a la que se le hizo la promesa. Este incidente estaba destinado a ser una lección para la iglesia de todos los tiempos. Quedo registrado como una solemne advertencia contra el pecado de quebrantar un voto, y mentirle así al Espíritu Santo. El Espíritu Santo está ahora en la iglesia verdadera tan ciertamente como lo estuvo en ocasión del Pentecostés.
Leemos además, que en los primeros comienzos de la proclamación del Evangelio a los gentiles, ´´ ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado…. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre´´ (Hechos 13:2-4).
Tu sed es saciada.
Hablando en otra ocasión acerca de la obra del Espíritu Santo, dijo el Salvador: ´´ Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de s interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeresen en el; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado (S. Juan 7: 37-39). Cuando nuestra sed por la plenitud del Espíritu se torne tan intensa que estemos dispuestos a entregarle todo a Dios a fin de poder beber de esa fuente refrescante, entonces estaremos plenamente henchidos de él.
La obra del Espíritu.
Ahora bien hablaremos de la forma en la que obra el Espíritu Santo, es difícil que haya alguien que no reconozca la obra del Espíritu Santo en su corazón cuando el señor lo toma y le imparte el Espíritu. Prevalece entre muchos la idea de que, cuando sus oraciones son contestadas y el Espíritu desciende sobre ellos, los posee hasta transportarlos a un plano de, acompañado de un espíritu de ruidosos aleluyas, que los eleva por encima de la tentación, y así desaparecen todas las desgracias. Esto es un tremendo error. Una de las obras del Espíritu en el corazón es: Y cuando el venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio´´ (S. Juan 16: 7,8). El Espíritu Santo contiende con los pecadores. (Génesis 6:3; Hechos 7:51.) Cuando llega al corazón, reprueba el pecado. Nos convence del mal; nos convence de que debemos renunciar a algunas cosas que guardamos celosamente en el corazón. En el libro de Gálatas 5: 22-26 se nos narra de forma clara y contundente la obra del Espíritu Santo en la vida de una persona y como esta obra trae consigo frutos , de transformación ,plenitud y vida para la persona, ninguno de ellos tiene
nada que ver con desmayos, gritos, o manifestaciones coléricas y sin sentido más cerca de prácticas paganas y de idolatría como las de la antigüedad bíblica o modernas. En otras palabras nos convence de cuál es nuestra verdadera situación y de aquellas cosas que están mal en nuestra vida.
¿Oraste ya para pedir el Espíritu Santo? Después de pedirle a Dios que lo envie para que se posesione de tu corazón, ¿tuviste una impresión más profunda de tu condición pecaminosa? ¿Comenzaron a preocuparte tus pecados más que antes? ¿Te oprimió la sensación de estar perdido? Si es así, ten ánimo. El Espíritu Santo de Dios se aproximó a ti buscando entrar en tu corazón para realizar su maravillosa obra. Al perseverar en buscar a Dios para pedirle la plenitud de su Espíritu, nuestra falta de devoción, nuestra deficiente observancia del sábado, nuestra profesión fría y formal, nuestra envidia ,celos , y odios entre hermanos, nuestras palabras faltas en muchas ocasiones de delicadeza, nuestra maledicencia y placer en fomentar situaciones enojosas, nuestro acariciar los pecados favoritos, nuestra impureza de pensamiento y de lenguaje, nuestra falta de integridad para con Dios en los diezmos y ofrendas , nuestra rudeza y hasta impertinencia en el hogar, nuestras palabras ásperas dirigidas a nuestros seres amados, nuestra disposición a la crítica y el chisme, nuestra predisposición a planear y realizar negocios pocos serios, todo eso se presenta ante nosotros como una gran montaña difícil de escalar y vencer. Nos asaltara la sensación de que ser el mayor de los pecadores. Esta es sin dudas, la respuesta de Dios a nuestra oración. El Espíritu Santo tomo posesión de nosotros. Nos está convenciendo de pecado, señalándonos las cosas a las que debemos renunciar porque si no lo hacemos finalmente nos lanzaran a la perdición eterna. Esas cosas deben ser puestas a un lado.
Condiciones para recibir la plenitud del Espíritu.
Hay condiciones bajo las cuales se puede recibir el Espíritu Santo aquí algunas:
1- Oración (S. Lucas 3: 21,22).¡Primero la oración después el cielo abierto, y de inmediato el descenso del Espíritu para hacer oír su voz de aprobación ¡(S. Lucas 9: 28) fue después de subir ´´al monte a orar´´ que Jesús se transfiguro. Una vida sin oración es una vida sin el Espíritu.
2- Unidad. (Efesios 4:3). El Señor jamás bautizara con su Espíritu la desarmonía, la disensión, el odio y la contienda. Contra tales sentimientos Dios dirigió siempre su maldición y no su bendición.
3-Motivos correctos. (Santiago 4:3) A veces no recibimos la plenitud del Espíritu porque los motivos no son los correctos. El Espíritu testifica de Cristo. El Espíritu exalta a Cristo y nunca al yo.
4-Odio al pecado. (Hebreos 1:9) La dificultad de muchos es que quieren el poder, pero no desean vivir una vida de obediencia, pureza y santidad. Entonces el Espíritu los reprueba por practicar actos impuros y que no corresponden a un cristiano, pero como no renuncian a esos actos se hace imposible que el Espíritu los dirija. (Romanos 12:9) (1Tesalonicenses 5:22).
5-Obediencia. (Hechos 5:32). Si le entregamos todo a Dios y nos disponemos a obedecer la voz de su Espíritu, renunciando a todo pecado, cumpliendo todo deber conocido y haciendo cualquier sacrificio aun a expensas de nuestros más acariciados planes. Dios nos llenara con el poder de su Espíritu para que le sirvamos.
6-Fe. (Gálatas 3: 13,14). Recibimos el Espíritu por la fe. En consecuencia, al creer recibimos poder. Al haber recibido de Dios la justicia que es por la fe, debemos asegurarnos también la recepción del Espíritu por la misma fe. Este es el único medio por el cual podemos recibir la plenitud de Espíritu. La incredulidad impide que recibamos el Espíritu.
La plenitud del Espíritu y su poder.
¿Qué diremos de su plenitud? ¿Qué será tener su poder? Para recibir su plenitud y su poder es necesario efectuar una absoluta entrega de nuestra vida a Dios, con la disposición de cumplir su voluntad y no la nuestra. Si renunciamos a nuestros pecados y creemos, recibiremos el Espíritu Santo. En una palabra, su recepción es la respuesta de Dios al arrepentimiento y a la fe. L condición más importante que debe cumplir el ser humano para recibir la plenitud del Espíritu es una vida rendida a Dios y a su voluntad.
Nunca dudes de la presencia del Espíritu Santo.
Es posible que quizás no experimentes una sensación de plenitud, como quisieras que ocurriera. No insistas en sentir la súbita emoción de un jubiloso éxtasis como prueba de que recibiste el Espíritu. Sea súbita o gradual; tranquila o jubilosa; acompañada de mucha paz o de gran poder, nada de todo eso importa. Tratemos de cumplir con las condiciones de la promesa, y seguramente Dios siempre velara para que ellas se realicen. Dios el Padre anhela conceder a sus hijos la plenitud del Espíritu; pero, por supuesto, no puede concedérselo a un corazón incrédulo, desprovisto de fe. Creer y reclamar la presencia y el poder del Espíritu debe ser una experiencia diaria en la vida de cada creyente. Dios te
bendiga querido amigo/a, que el Espíritu de Dos tome hoy control de tu vida que este sea tu deseo para bendición tuya y gloria de Dios .
